Después fue la hora de comer. ¡Riquísimo!
Después jugamos con masa, pintamos, leímos cuentos, tiramos juguetes por el balcón a la calle, en fin, cosas de chicos.
¡Y después la torta que me hicieron mis papis!
Acá las últimas fotitos con mi hermanito adentro de la panza de mamá.
Y para terminar la noche con todo, me rompí la cabeza contra una pared, me hice un corte profundo en la frente de 4 cm de largo y terminamos todos en la clínica. Me pegaron con la gotita esa que usan los médicos y volví a casa a despedir a mis amiguitos.
Fue un día emocionante. ¿No creen?
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